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La genuina poesía vasca / (Liburu zehatzik ez)

La genuina poesía vasca J. Aitzol / Euzkadi, 1930-10-16

Durante uno de los días del Congreso de Estudios Vascos, celebrado recientemente en Bergara, tuvimos el honor de ofrecer uno de los elegantes tomos de poesías que la Sociedad Euskaltzaleak acaba de publicar con el título de “Eusko-Olerkiak” a su insigne artísta, admirador e investigador infatigable de las manifestaciones estéticas de nuestro pueblo. Con él habíamos largamente hablado de las corrientes de la actual poesía en los pueblos cultos, y por lo que a nosotros atañe más de cerca de los modernos poetas franceses, que vuelven, no solamente a la plácida sencillez de un estilo suave y transparente, sino que se embelesan con las descripciones estéticas de la vida íntima, de ese algo que pone notas insuperables en la hermosura de cada colectividad, de cada pueblo, de cada país. La narración de la vida lugareña y labriega, de sus escenas pintorescas, la del marino y sus luchas, la de los tipos peculiares que crea la fecunda virtud de un pueblo, la de sus fiestas y regocijos, la de sus creencias y consejas, es lo que a los artistas de todos los tiempos y a los poetas de nuestros días arrastra a crear un género poético verdaderamente encantador.

“He devorado el libro que ayer me entregara usted. Con la publicación de estas poesías rinde un beneficio extraordinario la Sociedad Euskaltzaleak a nuestra naciente literatura. Nada mediano hallo en él; más, sin prejuzgar méritos, la que más me agrada es la poesía “Itzai Zekena”, (El boyero avaro). Tiene el corte moderno de los poetas selectos”. Quién así nos hablaba era el Padre José Antonio de Donostia, que con todo detalle sigue el progreso de la literatura contemporanea.

En efecto, esta poesía, de carácter eglótico y algún tanto jocosa, es un retazo, mejor dicho, una pincelada suave y fácil estampada en la fisonomía de nuestro pueblo vasco. Sencillez y naturalidad, dos cualidades difíciles de conseguir, campean en esta breve poesía. Más la lectura de esta poesía no nos impulsaría a hablar de esta cualidad sobresaliente del poeta “Orixe” si no fuera esta la impresión que desde hace tiempo tenemos formada de él. Todavía perdura en nuestra mente el recuerdo de la bellísima descripción de una costumbre caída ya en desuso, la del rústico cocimiento del pan en los hornos primitivos de nuestros caseríos. Ni ésta ni otras composiciones del mismo matiz hemos podido hallar.

En nuestros apuntes, afortunadamente, encontramos una del mismo tono de la del “Boyero avaro”, donde, con igual fortuna y con destreza agudísima, se recorta otra figura popular, la del molinero, “Errotaria”. En cada una se dibuja un tipo arrancado a las mismas entrañas del pueblo; en las dos se maneja la discreta sátira para ridiculizar, en una, la avaricia, y en la otra, la pereza. En efecto, catorce aldeanos esperan a las puertas del molino a que el holgazán “errotari” se levante de la cama. Incrépanle aquellos con sin igual gracia:

“Mutil zar alper orrek
Ez al dek umerik?
Talo eske an zeudek
Nereak goserik”.

“La pétrea rueda —continúa— ruge por falta de grano que moler. Sólo este alarido puede herir tu oído. Más deseando dormir con más tranquilidad —¡qué desahogo!—, acostumbra a parar el molino”. Y este pequeño asunto sirve a “Orixe” para describir con brevedad, pero admirablemente, el acto de la molienda, y con un único rasgo describe la afición de los “errotaris” a la pesca de truchas, típica costumbre de nuestros antiguos molinos. ¡Quién no ha merendado en uno de nuestros encantadores “errotas” gipuzkoanos el sabroso pescado de las torrenteras y regatos!

Es que “Orixe” instintivamente, arrastrado por su natural inspiración, dispone como de una paleta de diferentes gamas de colores apropiados para impresionar un paisaje de motivos fuertemente detallistas que perfilan y caracterizan el asunto popular que escoge. La fabricación del busto de Arrese ta Beitia préstale la ocasión de describir la ferrería vasca, con bien pocos elementos por cierto, pero con absoluta propiedad. “El boyero avaro” le induce a causar la impresión del cuadro eglótico campestre de gran colorido; el “Errotari” es una preciosa estampa policroma y llena de encantadora sugestión. ¿Quién no ve, con la sola elección de tres asuntos tan típicos y peculiares nuestros, la inclinación innata del poeta?

Y es que “Orixe” intuye la vida vasca. A través de la vista se le ha clavado en el corazón y ha invadido su imaginación en el ambiente rústico, campestre y típico, indígena, peculiar del alma euskeldun, que mora en estas escenas emotivas de la vida sencilla de nuestro tipo del prototipo de nuestra raza.

“El artista intuye, y cuanto más fuerte e intensivamente intuya, más poder de expresión de la belleza poseerá”, dice el gran crítico y ensayista italiano Benedicto del Croce. Por esto “Orixe” es un gran artista, porque ha llegado a ver con tan penetrante mirada, y con tal dinamismo produce en su imaginación, que la expresión de esa misma belleza, en el caso presente de la composición poética, le es fácil, natural y suave, como suave, fácil y natural es el curso de las aguas. He aquí, por tanto, el género que principalmente debe aplicarse el cantor de nuestra vida popular.

Nadie, dotado de buen sentido, podrá prohibirle el que pueda, como excelente poeta lírico, remontarse a regiones más universalistas e impersonales. Prueba de ello es la composición “Jainkoan bat” que figura en el tomo de “Eusko-Olerkiak”. Pieza literaria esta, en la que del yo, concreto y personal, se eleva a las regiones de un dulce y profundo misticismo y en el que hallamos conceptos teológicos, revestidos de bellísima forma literaria. No me detengo a hacer la crítica del mismo pues no es mi propósito trazar una completa semblanza del poeta “Orixe”, sino destacar su cualidad cumbre, con la que ha de llegar a la cúspide del parnaso vasco.

Ni quiero por lo tanto, hablar de sus tiernas composiciones impregnadas de sentimiento religioso, como “Eguerritako” y “Erodes ta Magoak”, etc., y de las traducciones versificadas de gran número de himnos sacros, en las que la precisión del concepto y la propiedad del lenguaje corren parejas con las magnas poesías de la Iglesia.

Hemos escrito en otra ocasión que la inspiración de “Orixe” no corre por un solo cauce sino que el campo en el cual puede explayarse su numen es amplio. Pero hemos querido destacar en estos dos artículos, con sinceridad, nuestro juicio de que principalmente ha sido llamado a dar vida, a prestar calor, a realzar y dignificar la poesía genuina vasca.

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