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De Versailles al “Baserri” / (Liburu zehatzik ez)

De Versailles al “Baserri” Orixe / Euzkadi, 1930-10-18

De París nos vienen nuevas corrientes estéticas. Nuevas para París, al menos. Decir que la poesía “Itzai zekena” tiene “el corte moderno de los poetas selectos” es lo mismo que decir que el autor anónimo de “Asto bat erosi dut” o de “Ikhazketako mandoa”, por ejemplo, fué, sin saberlo, y manejando el hacha y la azada, de la categoría de un peripuesto vate parisien de nuestros días. El mismo autor de “Itzai zekena”, alejado de esas modernidades europeas, se ha visto sorprendido por el halagüeño juicio del competente Padre Donostia. ¿Es posible? Una composición, puro primitivismo y sobriedad clásica combinados, ¿puede pasar por “de corte moderno”? Esta visto que en París reaccionan.

Pero discurramos. Si el tomito de poesías Eusko-Olerkiak, lindamente editado por la Sociedad “Euskaltzaleak”, con las mejores que se presentaron al concurso de Rentería, “rinde un beneficio extraordinario a nuestra reciente literatura”, deduzco decididamente, según la afirmación más arriba copiada, que es más bien un paso hacia atrás o un no llegar a donde los humildes poetas vascos anteriores habían llegado. Porque, a mi juicio, sin género de duda, hay poesías vascas de ese caracter que aventajan mucho a “Itzai zekena”. Tales son, por ejemplo, “Mehetegiko xakurra”, de Zaldubi, y “Moro katuari”, de Jakakortajarena. De adoptar el criterio “dernier parisien”, si esas dos poesías que hablan de la vida de un perro famélico y de las travesuras de un gato ladrón, se hubieran presentado a concurso, hubieran sido las dos primeras. ¿Cúal la primera? Un clasicista hubiera preferido la de Zaldubi, por su mayor corrección; un primitivista puro, la de Jaka; porque, a pesar de su verso más desaliñado, contiene mayor espíritu, es de mayor fuerza. No recordamos que nadie haya hablado de este joven berastegiarra, cuya poesía, recitada o cantada en las veladas vascas, enardece a los públicos y en Rentería fué premiada en el niño que la declamó. Su autor, buen amigo nuestro y vecino del pueblo, comenzó con certero instinto; pero escuchó de otro amigo el injusto reproche de que ese género de poesía sólo sirve para aldeanos o gente baja. Ello contribuyó a alguna desorientación del principiante que intentando salir de ese plano no acierta hoy por hoy a caminar en él. Lo demuestran sus tres poesías, incluídas en el librito de que hablamos y algunas otras que en la intimidad nos han comunicado. Que le sirva de lección y de estímulo. Nada menos que de París nos vienen apreciando ese género de poesía en que Jaka puede ser maestro insuperable si cultiva un poco más la materialidad del verso, empapándose en los buenos modelos de la antigüedad, que le es dado saborear.

No me resisto a copiar al Padre Antonio la composición netamente popular y anónima que recordó momentos antes de hacer la suya el autor de “Itzai zekena”, que él excesivamente ha ponderado

Asto bata erosi dut Manuel-traturi
azienda ona da, balia ba ledi.
Gorputz guzian ez du ontza bat aragi,
illepetik begiak ez ditu ageri.
Zer debru da ori,
ekarria neri
arima galgarri,
errekan da sarri,
landan para dezagun txori-aizagarri.
Lenik ere ba nuen asto orren fama,
Iruña’tik nola zen gezur truk izana.
Lepoa ere ba du luze iru kana,
ezur eta larrua dena euliek yana.
Zer duk ire lana?
Argi “poca gana”,
len zerbait izana:
testament egitera yo duk neregana.

Aunque no es plagio ni calco ni imitación, no se puede negar que es del mismo estilo.

Pero entre la poesía humanamente eterna de Homero, Mistral, etc., a la que hoy se vuelve, y los excesos románticos o los suspiros del falsete de los parnasianos y modernistas, sin hacer honor a los extravagantes ultraístas que ponen toda su gracia en la combinación y extensión de los renglones y en la figura geométrica que de ellos resulta, hay una poesía eternamente divina, que es la poesía religiosa. Es la más dificil, claro está, y de ahí tanta ñoñería y tanta insinceridad. Aun hablando del poeta lírico que canta objetos meramente visibles, puede decirse que es casi siempre insincero. Si, “todo hombre es mentiroso”, como dijo el más grande y verdadero de los poetas líricos, David, el poeta es dos veces mentiroso, no porque intente mentir, sino porque en la expresión casi siempre exagerada de los estados de su alma se hace traición a sí mismo, sin advertirlo. Si la poesía lírica es un arte muy difícil, la lírica religiosa es más dificil, por cuanto su objeto es más impalpable a los sentidos. Cantar la Fe, dama vendada, y cantar con fe viva es arte de rarísimos escogidos.

El “mundo”, hastiado de su propia mentira, se ha querido refugiar en cierto franciscanismo extravagante, del todo panteísta, al que para ser neto franciscanismo le falta sencillamente una cosa: el contacto con Dios, con lo sobrenatural, es decir, le falta todo. Me basta que un poeta o pretendido poeta se llame franciscano para cerrar instintivamente su presuntuoso libro. Es un caso, quizá más que de falsía, de alelamiento. Nuestro original “franciscano” se coloca en un plano espiritual ficticio, que ni siquiera llega a lo sobrenatural.

Mucho nos alegra el que se haga el honor debido a la vida vasca natural e inocente del contacto con las plantas y animales domésticos; pero en la vida de todo pueblo, y en la vasca particularmente, si es que el vasco es hombre de fe, “euskaldun fededun”, hay otro objeto asequible a todos; a los que nacimos junto al hacha o el arado y los que nacieron en los centros de las surtidas bibliotecas, museos, entidades sinfónicas. Si hay fe vasca, si hay un Dios amado y amable por todo vasco indistintamente, ¿no surgirá el poeta religioso, el intermediario entre el canto de la vida campestre y el estado morboso de una sociedad refinada? No desmerezcamos de los grandes poetas paganos, que a pesar de su falsa religión hicieron alarde de su piedad. Para que haya un buen poeta vasco, muchos poetas vascos, no basta que se conozca, ame y describa la vida rural; es preciso que se extienda más allá, hasta las regiones superiores de los misterios reales y verdaderos. Sólo entonces resultará una poesía integralmente vasca.

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