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Eusko olerkiak / (Liburu zehatzik ez)

Eusko olerkiak Genaro Xavier Vallejos / El Día, 1930-11-27

Un poco rezagado llega —perdóneme el lector— este leve comentario al librito que con el título “EUZKO OLERKIAK” acaba de publicar J. Aitzol, seudónimo tras el cual se recata un querido amigo. Supongo ya lanzado el libro a plena corriente de divulgación y creo, por lo tanto, casi excusado el advertir que se trata de una breve antología por la que desfilan los jóvenes ingenios que de poco tiempo a esta parte han hecho aparición en el vergel poético del euzkera.

¡Afortunados jóvenes! Pocas parcelas literarias habrán llegado hasta el día de hoy tan virginales, tan incontaminadas como ésta del idioma vasco. En el panorama del mundo actual las literaturas adolecen de agotamiento. Se ha dicho ya todo, y se ha dicho de todas las maneras posibles. Con exasperado afán se buscan inutilmente fórmulas nuevas. Y el resultado de estas pesquisas febriles no puede ser otro más que esos ultramodernismos delirantes en los que acaba por enredarse el artista víctima de una verdadera locura estética o la vuelta paladina a la más primitiva simplicidad.

Quien siga, siquiera sea con somera atención, el proceso de las marchas forzadas a que están sometidas las viejas literaturas, sonreirá, más de una vez sorprendiendo en el artista esas miradas furtivas al pasado. Son precisamente aquellos que con más estridencia gritan en las avanzadas, quienes frecuentemente ceden a estas reminiscencias nostálgicas, tanto más significativas cuanto menos conscientes. Una vez más en la obra de los hombres, —como en todo proceso de la naturaleza—, el círculo se cierra.

El idioma euzkeldun, caso único y descorcentante en medio de la caduca Europa, es un jardín donde todas las flores están todavía por cortar, una criatura que despierta a la vida, poderosa y fuerte, en medio de un campo de ruinas. Acabo de leer, precisamente, el hermoso artículo que José de Ariztimuño dedica en “El Debate” al poeta Arrese con ocasión de un reciente homenaje. Entre otras observaciones justas dice al final: “El círculo infranqueable del vascuence aleja a nuestros poetas y literatos de la crítica y comprensión de las lenguas cultas y preponderantes”. Yo me permito añadir: Gracias a ese círculo infranqueable, el vascuence se encuentra todavía en ese estado de virginidad paradisíaca en que los vocablos, henchidos de fragancia, son el vehículo natural y dichoso para el pensamiento. Todo está a mano, vivido, fresco, espontáneo. Llega el poeta y no tiene más que abrir sus ojos iluminados y escoger. No hay, pues, esfuerzo. No hay angustia ni miedo de elegir lo que otros hayan manoseado. El idioma, —diez veces milenario y venerable idioma— se ofrece con la frondosidad de un bosque prehistórico descubierto por maravilla cuando todo se daba por descubierto hace muchísimo tiempo. Sería verdaderamente curioso el estudio de las causas de este estado de infancia literaria en una lengua que antecede a la formación de los idiomas más antiguos y en cuya suntuosa y ductilísima complejidad tienen cabida los más fugaces, los más complejos estados de alma. Esto nos llevaría demasiado lejos y ya veo que me voy evadiendo de los límites que consiente un artículo de colaboración y todavía nada he dicho del libro EUZKO OLERKIAK, que es el objeto de estas líneas.

Aunque bien sentado lo que antecede, fácil, obvia es la deducción de mi pensamiento. Los jóvenes poetas —estos que figuran en la presente selección y otros que sin duda han surgido como ellos y que no son menos dignos de ser incluídos— se enfrentan con los temas en la única postura lógica, iba a decir en la única manera que les considere el idioma, es decir, directa, simplemente. A su propia juventud, se junta la juventud de su instrumento medio de expresión. De ahí esa técnica un poco infantil que se advierte en todos, un poco uniforme y que más bien es la falta absoluta de todo mecanismo, ya que técnica, al fin y al cabo, no es más que el complejo dominio de fórmulas elaboradas y adquiridas a lo largo de una experiencia prolija. Los mismos temas escogidos por los poetas participan de este infantilismo ingenuo. Son poesías escritas de cara a la naturaleza, con ojos limpios, exentos todavía de reflejos literarios. La naturaleza obra sobre la retina del artista de un modo directo. ¿A qué buscar motivos más complicados cuando ella toda se ofrece como un excelso e inédito motivo de inspiración? Cantan la luz, la primavera en flor, las brisas, los pájaros, el nacimiento del día, el ritmo armonioso y múltiple del mar, es decir, todos aquellos elementos primordiales que se pueden estimar ya como vedados a cualquier otra literatura. Y cantan con la seguridad de dar a sus versos modulaciones intactas.

Por eso, este librito EUZKO OLERKIAK que en otra cualquier lengua resultaría desplazado, es en la hora actual del renacimiento euzkériko, el exponente natural fiel de un arte que empieza.

Yo les diría a estos jóvenes ingenios que, lejos de desanimarse, si por ventura se les ocurre tender los ojos a otros panoramas, por encima de ese dichoso círculo infranqueable, compadezcan más bien a quienes, dotados como ellos de una espléndida juventud, sienten sobre sus espaldas, en lugar de alas, el peso agobiador y estéril de una literatura caduca. Y les diría también que, ni se duerman entre los aplausos ganados, ni se apresuren con una desmedida comezón. El horizonte de la literatura vasca está por ventura, abierto a todas las posibilidades y una aurora espléndida lo ilumina.

Ya algunos de ellos avanzan con más rápido paso.

Destaquemos la poesía premiada, cuyo mérito resalta al tratar temas que poetas consagrados han revestido con las galas de su ingenio. Ha sabido el autor de esta poesía enriquecerla con imágenes y artísticos atavíos que la embellecen, a través de sus bien talladas estrofas. Una profunda inquietud, como de quien ha andado mucho y tiene una experiencia de las cosas saturadas de humano dolor, contienen los versos de Ormaechea, poeta de acusada personalidad.

Jáuregui, el apacible y ático poeta del paisaje y del alma guipuzcoanos, impulsado por las circunstancias, sin duda, nos ofrece una poesía que sale fuera del ámbito sereno y dulce en que su musa se explaya. Cada novel poeta aporta su artístico caudal al renacimiento literario que se inicia.

Aguardemos unos meses, unos años más, no muchos. Aguardemos con el alma henchida de una dulce esperanza.

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