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Poesias vascas / (Liburu zehatzik ez)
Poesias vascas Jose de Artetxe / El Día, 1932-09-23
La sugerente apariencia del tomo de “Euzko Olerkiak”, correspondiente al año 1931, tiene lo que los libreros designan con un nombre típico. Tiene eso que ellos llaman “garra”. Sentido modernista, valiente, audaz con algo más que no siempre acompaña. Buen gusto.
Quise sin resultado con este libro, acometer a leerlo a marchas forzadas. Resistióseme. “Poesías Vascas” impone al lector una lectura pausada, lenta. Pero las bellezas innegables que se ofrecen desdde sus albores a aquien se decide a leerlo, hicieron que indefectiblemente alcanzara ese honor reservado a tan pocos libros. Ser un libro de cabecera. El libro exquisito que nos acompaña a la hora reposada tanto como deseada, hora unica, la más distinta de la jornada. La que precede al sueño.
El gran vascófilo eminente, dinámico, prologa con su prosa profunda el tomo, el gran animador incausable de toda manifestación vasquista, que se llama ya por su nombre de guerra “J. Aitzol”, nombre que ha pagado ya el propio máximo honor para el seudónimo prestigioso que vincula ya toda la personalidad, me hizo el honor inmerecido de apalabrarme un comentario para “Poesías Vascas”. El caso es que jamás escribí una palabra sobre poesías. Me ocurre que he de asumir el antipático papel de crítico. El mismo aspecto el que pudiera incurrir un asistente a una exposición de pintura, criticando desforado da labor del artista y que oyera la husta e indignida contestación del pintor que le reprochara “Bien ¿pero usted sabe tan siquiera colocar los colores en la paleta…?”.
En la misma situación me ha colocado mi amigo. Porque jamás fui capaz de rimar un solo e inocente pareado. Pero por otra parte obras de la alta factura literaria que ven la luz en el huerto euskérico merecen ser destacadas debidamente. Y héme aquí en la labor. Contribuyamos en lo posible a que cese ese estado de desconocimiento supino respecto a nuestras cosas. Hagamos labor en sentido contrario. Siquiera sea porque desaparezca esa lamentable visualidad respecto a la literatura vasca, estancada para muchos en los tiempos de Iparraguirre. Porque bien reciente es el caso de un gran prestigio literario vasco precisamente, que incurre en esa gran equivocación. El de colocar al arte literario vasco incapaz de traspasar el precario y estrecho límite de los “Kanta papelak”.
A mediados del libro “Poesías Vascas”, se me ocurre apuntar un paralelo. Entre dos poetas. Sin que ello suponga que no haya de comentar la labor de verdadero mérito de los poetas restantes. Ni mucho menos.
Lizardi y Tapia Perurena me sugieren unas consideraciones. Describe Lizardi el campo vasco. Es Lizardi indudablemente quien mejor maneja en la actualidad el recio idioma euskaro. Y la descripción “Urte giroak” es algo acabado, logrado. No falta un detalle. Sentimos en la descripción del verano la angustia del aire cálido. Describe Lizardi de fuera adentro. Aquello que ve, es ya en Lizardi poesía en embrión. Y comienza la anotación, la enumeración verdaderamente artista. Aquel concepto, el preciso, el detalle clavado, ha de dar en la poesia lizardiana, la sensación del ambiente. Pero de vez en vez, por propia cuenta y razón, el alma de Lizardi pulsa una nota emocionada. Una nota que surge de las profundidades sensitivas. He aquí el contraste. Y un contraste que no se prodiga. De ahí precisamente la gran belleza del conjunto. Del detalle sensitivo… Como este:
sor zait barruan larrera-mina
ta azpaldi ezta mendi-aldi…
o también más sinceramente…
Berriro igo nauzu ene mendira…
¿Para qué? Para…
oroigarri zaarrei maitez begira.
Gústame Lizardi sobremanera cuando en su estro poético deja escapar esas notas tan deseadas, ansias íntimas poetizadas. Tine Lizardi aciertos innegables en este aspecto. Como aquella poesía plena de sencillez que figura en su última producción “Biotz-begietan”. Poesía popular, capaz de penetrar en los más bajos estrados populares:
Maite ditut gallurrak
argiak ez beste…
Ai, egaztia banintz
gañik gaiñ nebilke.
O también esa nota cumbre de toda su obra, sincera, sencilla, grandiosa…
¡Oi, zein dan ituna
beera-bear au!
Concepto paralelo al de la primera de las estaciones, en que duerme la vida en la naturaleza:
O, zein aizen eder, loa
eriotzaren anaitzakoa
bizitzazko urloa!
Y escrito todo ello con ese euskera pastoso que le es peculiar. En su obra son continuadas esas como pinceladas cargadas, repletas, hinchadas de caliente color, que han de dar en el cuadro la sensación lumínica adecuada. Como aquella descripción de las manzanas que el sol sazona… geldiak gizendu, eginak goza… No es posible una adecuación más oportuna.
Por contraste surge otra esperanza del campo poético vasco. Tapia Perurena. Este si que no se recata como Lizardi. Al contrario que el poeta zarauztarra éste habla de dentro a fuera. Ingenuamente, sencillamente, el poeta desgrana todos sus efluvios íntimos. Los accidentes exteriores variarán la nota que se haya de oír. Los diversos momentos emocionales harán también variar la poesía, por lo mismo que Tapia parece un sensitivo. Y aun hacen desear al lector que se produzca la sacudida por ver la reacción que se opera en el alma del poeta y gustar que apacible y melancólica nota sea la que se escribe a impulsos de la fiebre creadora de Tapia Perurena.
A través de la poesía de Tapia se vé a su autor. Hay sinceridad transparente. No oculta un solo matiz del pensamiento… Su canto a la patria despreciada por sus hijos trasluce ese aspecto.
Minok sendakaitzak dira…
Un gran poeta Tapia. Una gran promesa a través de sus jovenes años. Preparémonos a gustar las esencias delicadas con que habrá de obsequiarnos el estro de este poeta que gusta de buscar alivio a su sed de inspiración en las fuentes íntimas. Ciertamente a poco que se sepa aprovecharlas ellas devienen a ser inagotables…
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