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Bide barrijak / Lauaxeta / Verdes Atxirika, 1931
La crítica menuda Orixe / Euzkadi, 1932-02-23
Desde las olímpicas alturas del caserío bajábamos a la villa populosa más próxima, despreocupados felizmente de lo que pasa en este mundo sublunar, cuando a medida que nos íbamos acercando a ella escuchamos unos comentarios acerca de las formas de Gobierno. Todavía hay quienes piensan en la ventaja que una u otra puedan tener. Nuestro Estado ideal —no hablamos de Monarquía ni de República— sería el Estado de los que trabajan. Bien dijo el portugues P. Vieira, que una cosa es el estudiante y otra el que estudia; como una cosa es el trabajador y otra muy distinta el que trabaja. Pero dejemos el comentario a esas gentes cándidas.
Entramos en la industrial villa, y al visitar a nuestro entrañable amigo “Lizardi”, le hallamos un tanto ocupado con unos recortes de periódicos, firmados por “Euskaldun bat” y “Barrensoro”. En dos palabras nos da cuenta del estado de la cuestión, y optamos por arrancárselos de la mano, quitándole el peso de encima y cargando con la responsabilidad de la contrarréplica. Esta es sumamente sencilla en el fondo y en la forma, pues, en cuanto a ésta, la crudeza del lenguaje que emplean nos releva de considerar y pulir en exceso la frase.
“Esitu dezagun bide ori” (Interceptemos con un valladar ese camino) dice resueltamente “Euskaldun bat”. El camino de “Lizardi” le parece nuevo y peligroso. Le anticipamos a “Euskaldun bat” que para derribar ese vallado que él levantar pretende, no hará falta la famosa prueba aquella que para los setos pone el Fuero de Nabarra. No hay tal camino nuevo: es roturar por el mismo de antes, que no termina en tal o cual punto: es avanzar, si no se admiten las palabras de progresar e innovar.
El señor “Euskaldun bat” no es nadie, según confiesa con humildad de garabatos “iñor ez naiz ni”, frase de cumplo y miento que nada tiene de vasca; pero se atreve a molestar gravemente.
No voy a hacer crítica minuciosa del articulejo citado, pero sí fijar brevemente un punto que me ha de dar materia para el artículo siguiente. “Erderatuak diralako, zerbait erderatik ezagutzen dira; baña euskeraz bakarrik azaldutakotik ulertu gabe geldituko giñanak, badira. Alaz ere oiek aipatu ta oiek saritu”.
(Por estar traducidas al erdera se hacen un tanto inteligibles; pero hay quienes quedarían sin entenderlas de estar publicadas exclusivamente en euskera. ¡Y sin embargo, a esas se las menciona y se las premia!) ¡Pobre jurado, que quedas al nivel de D. Nadie! ¿Cómo se llamará “Euskaldun bat”? Parece tratarse de algún amargado que en el concurso de poesías no llegó puntual al reparto del premio. ¡Qué le vamos a hecer! Otro día será, dilecto y desconocido amigo. Si usted se desanima, si se asquea y se amohina (“gogaitu ta zapuztu”), motivos tienes Lizardi y Compañía para no aparecer más en ningún concurso. Pero no: cierta persuasión íntima de que usted es mejor que todos los poetas vascos que ahora escriben, le hará caer en la debilidad de acudir a algún otro concurso.
“Aparecen muchos esperpentos de poesías que no debieran publicarse…”, “olerki zatar asko azaltzen dira argitaratu bear ez luketenak”. Por una parte, asegura usted que no a leído las de “Lauaxeta” porque no entiende el bizcaíno: por otra, habla usted de poesías premiadas en concurso, y como de reciente cosa. Luego está claro que apunta usted a Aguirre (Lizardi), pues no hay otro premiado.
Respuesta cumplida y adecuada le ha dado el mismo Lizardi, y no quiero entrar a reforzarla o comentarla, porque sería cosa muy larga. Me dirá que quién me llama a este pleito. Sencillamente le he de responder que fui del Jurado, y —pásmese usted— que aunque salgo a la defensa de la persona y su manera poética, fui el único que le dió su voto en contra, como verá usted en el artículo siguiente. Haciendo notar, sin embargo, que eliminando, eliminando, juzgué premiables la otra y la de Lizardi.
Me he puesto a defenderle porque esa zaragata que han armado ustedes, los más o menos amargados, es cosa que quisiera ver cortada a todo trance, por el perjuicio que puedan ocasionar a nuestra incipiente literatura. Si usted quiere ir por su camino, Lizardi y su secta no lo han de impedir. Tampoco he de reprocharle su procedimiento, aunque sí he decirle, francamente, me alegraría que desapareciesen el noventa y nueve por cien de esa turba de escribidores que a sí mismo se llaman errez-zale, que lo son únicamente porque huyen de las ideas como del “coco”. Cuando escribe de cosas triviales o de materias fáciles, no hay en Guipúzcoa escritor más fácil ni, sobre todo, más vasco, que Lizardi. Pero no es cosa de hablar siempre de kaikukeris y txotxolokeris. Lizardi, amigo “Euskaldun bat”, por no decir el único de Guipúzcoa, es el que mira más cara a cara a las ideas y se lanza a exponerlas, con éxito ciertamente envidiable. Si usted no se enfrenta a las dificultades, no sabemos lo que vale. Atrévase, como Lizardi, y entonces veremos. Si no, haga la prueba de poner más inteligiblemente y mejor lo que él ha dejado oscuro.
Y voy con “Barrensoro”. Ante todo, respondo a una objeción que seguramente me ha de hacer, como me la hizo cuando juzgué a “Lauaxeta”. Escribí en castellano, porque así se me solicitó y porque todavía, por desgracia nuestra, el erdera tiene entre nosotros más radio de acción para propaganda. Escribo hoy en castellano porque me veo envuelto en la misma causa que los berrizales, y quizá muchos no me entiendan por esta endemoniada escuela.
Y porque estimo que el correctivo (?) ha de tener más eficacia.
“Barrensoro” tiene en su artículo un prólogo acaramelado, español hasta los tuétanos, que merece la pena de coparse y traducirse en parte. “Au duk gizonaren ausardi zakarra! ¿Zerk narama gero, ni, zoro, idazle txukun gorenak darabilkien auzira? Zuma-ukaldiz norbaitek tegiratzen banau, ongi irabazia dik nere zarpilkeriak zigorra”. (¡Qué descarado atrevimiento el mío! (el de ese hombre). Qué es lo que me impulsa, loco de mi, a meterme en un pleito que ventilan escritores atildados y de primer orden… Si alguien a golpes de mimbre me reduce a mi cubil, bien merecido castigo tiene mi plebeyez).
Enterado, señor “Barrensoro”. No tiene usted derecho a replicar. Y como esto empieza a ser largo, lo dejo para otro u otros artículos que salieran.
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